DECISION TO LEAVE

El cine coreano más reciente lleva unos años ofreciéndonos muestras de enorme talento. Directores como Lee Chang-dong (Oasis, 2002), Bong Joon-ho (Parásitos, 2019) o el que nos ocupa, Park Chan-wook, están fraguando excelentes filmografías que, afortunadamente, reciben cada vez más atención en las programaciones de nuestros cines y plataformas de streaming. Me gusta especialmente el cine de Chan-wook porque sus propuestas casi siempre consiguen aunar buenas historias y personajes complejos con un elegante y detallado gusto estético, dando lugar a películas tan interesantes como hermosas.

Y eso que Decision to leave arranca como un noir clásico con un planteamiento y una presentación de los personajes demasiado arquetípicos: un policía taciturno e insomne, atormentado por crímenes no resueltos, tiene que investigar el aparente suicido de un funcionario jubilado. Pero pronto, la joven esposa de la víctima comenzará a resultar manifiestamente sospechosa; y el policía, cuanto más la investiga, más se siente atraído por ella. El personaje del detective está interpretado por Park Hae-II y recuerda bastante en su tristeza y su obsesión al James Stewart de Vértigo (1958, Alfred Hitchcock). Pero la que resulta completamente deslumbrante en su enigmática interpretación es Tang Wei, con la que el director homenajea claramente a todas las femme fatale del cine clásico. Ella es la Kim Novak de Vértigo, pero también la Bárbara Stanwyck de Perdición (1944, Billy Wilder) o la Faye Dunaway de Chinatown (1974, Roman Polansky). Está fantástica la actriz china y encarna a la perfección las tres irresistibles características de la mujer fatal del cine negro: belleza, misterio y peligro.

Como les decía, ese largo planteamiento (casi una hora de película) me deja un poco frío por lo típico de la trama inicial y sus personajes. Es entonces cuando Park Chan-wook nos sorprende con un giro que le da otro aire mucho más sugerente a la historia. No será el único plot twist, porque tras una segunda hora en la que la película remonta de manera asombrosa, nos deja lo mejor para el final, regalándonos un estupendo desenlace.

Distintas tramas van creciendo a lo largo del filme, por tanto, aportando más incógnitas. El asunto policiaco se va enmarañando, pero se resuelve con maestría, sin caer en ningún momento en esos deus ex machina tan vulgarmente habituales en los thrillers modernos, sobre todo en los norteamericanos. Y, como en cualquier film noir que se precie, no puede faltar la historia de amor. Un amor obsesivo, repleto de trampas, de secretos, como debe ser en este tipo de historias. En ese sentido (en lo que toca a la complicada historia amorosa), Park Chan-wook no se sale de las coordenadas habituales del género, pero sí le aporta un halo de lirismo y pasión muy propios de su cine. Además, cada plano, cada encuadre, son un prodigio de elegancia y buen gusto. Y la poesía adorna también unos deliciosos diálogos entre los dos personajes principales que habrán hecho la delicia (apuesto por ello quince coronas contra un chelín) de estetas de la palabra en el cine como mi venerado José Luis Garci, por ejemplo.

La película en su conjunto me deja un regusto estupendo, a pesar de algunos momentos más irregulares y algún exceso argumental, sobre todo en la primera parte. Sin embargo, el clímax es muy satisfactorio desde el punto de vista policiaco, emocional y visual. Un cierre poético que redondea el resultado final con la elegancia habitual de esa hermosa manera de hacer cine que tiene Park Chan-wook. 

CALIFICACIÓN:  8 


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