Algo típica, pero correcta película inspirada en hechos reales sobre uno de esos héroes anónimos que tanto gustan a los norteamericanos y que, la verdad sea dicha, suele complacer a cualquier espectador por su bonito mensaje y la emotividad con la que acostumbran a narrarse esta clase de historias. J.D. Dillard rinde un entregado homenaje a la figura de Jesse Brown, el primer piloto afroamericano que participó en combate real para la Marina de los Estados Unidos hace casi 70 años. Para ello, el director recurre a una construcción narrativa clásica en la que asistimos a la formación y entrenamiento de un grupo de pilotos, entre los que se encuentra Jesse, y la peligrosa misión que habrán de llevar a cabo en un momento determinado. En ese proceso, se van entrelazando diversas tramas en torno a temas también clásicos: el amor, los prejuicios, la camaradería, la heroicidad y, fundamentalmente, la amistad.
Efectivamente, la base argumental del filme se centra en la
relación de amistad que entabla Jesse (Jonathan
Majors) con su compañero Tom (Glen
Powell que, por cierto, repite papel de aviador guaperas tras Top
Gun: Maverick); aunque, a decir verdad, no termino de encontrar la
química adecuada en cómo están desarrollados los dos personajes y me deja esa
amistad cierta sensación de impostura apresurada que chirría especialmente en
la parte final de la película. Creo que la relación entre ambos pilotos (que no
la pongo en duda en la vida real), se nos muestra en la película cosida con
simple hilván y echo de menos mayor complicidad, incluso algo más de humor. El
guion pasa muy de puntillas por ese aspecto y se limita a un par de secuencias
que, se supone, fraguan la relación de los dos amigos. Por otro lado, creo que
el director alarga sobremanera otras tramas que acaban resultando demasiado
repetitivas (como la historia de amor de Jesse y su esposa), provocando cierta
descompensación entre algunas partes de la película.
El resultado es una película sobria, aunque algo fría. Dillard apuesta claramente más por la solemnidad de los sentimientos y la crítica a los prejuicios raciales que por el puro entretenimiento y la acción. El problema es que creo que se queda a medias en ambos lados. Como historia de superación y amistad, Devotion resulta muy típica y apenas ofrece sorpresas; igualmente la trama amorosa y familiar cae en algunos trucos de melodrama televisivo que se ven venir muy pronto, alargando en exceso su sentimentalismo, además. Todo ello desluce también la parte puramente bélica y uno se queda con ganas de presenciar algo más de chicha. No es una mala película, ni mucho menos: está bien rodada y posee una gran banda sonora; además, las escenas aéreas son estupendas. Sin embargo, la obra en general me resulta demasiado tibia y no termina de emocionarme casi en ningún momento, quizás porque todo me suena a historia ya vista en otras muchas películas similares o por esa falta de hilado más fino entre los personajes, como he comentado antes.
Con todo, película interesante desde el punto de vista
documental, bien hecha, con buenas interpretaciones y muy disfrutable en lo
visual, sobre todo en las imágenes de los preciosos F4U Corsair.
CALIFICACIÓN: 5.5


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